El pasado 9 de Mayo, en Chile, se aprobó de manera unánime el proyecto para instalar una central hidroeléctrica en el Sur de nuestro país. El proyecto, que contempla la construcción de una gran represa, inundará cerca de 6.000 hectáreas, generando el embalse necesario para el funcionamiento de la planta.
Sin embargo, en paralelo a la generación de la represa y su consecuente área inundada, es necesaria la implementación de una línea de transmisión para llevar la electricidad generada al resto del país que tiene 100 metros de ancho y no despreciables 2.300 km de extensión. Esta línea, por razones obvias de funcionamiento, es ininterrumpida y según estudios preliminares atravesará 6 parques nacionales, 11 reservas nacionales, 26 terrenos prioritarios de conservación, 16 humedales y 32 áreas privadas protegidas.
Hago hincapié en este tema, ya que el impacto en el paisaje, y en el territorio en general, de esta franja de transmisión es mucho más extenso que el de la represa en sí misma, que si bien traerá las consecuencias lógicas de su funcionamiento, es un hecho puntual sobre el territorio. En el caso de la línea de transmisión, estamos hablando de una franja que atravesará más de la mitad del país en sentido longitudinal sin interrupciones.
Este artículo no pretende defender una postura o mostrarse a favor, tampoco en contra de este proyecto, más bien busca poner sobre la mesa el tema de cómo se desarrollan proyectos de esta envergadura. Cómo se diseñará y construirá ese corredor de transmisión, que significan 23.000 hectáreas de territorio nacional. Cuál será el impacto visual, e incluso funcional, de los parques y reservas que fragmentará por completo.
En tal sentido, es notable el trabajo conocido hace un par de años, realizado por la oficina inglesa Arphenotype, quienes diseñaron torres de alta tensión para Islandia, con un impacto visual al menos bastante inferior a la “torre tipo” que todos conocemos. O los ganadores del premio Next Generation organizado por Metropolis Magazine, quienes diseñaron torres capaces de generar energía eólica, pasando de una simple estructura de soporte a ser parte generadora en el sistema.
O la interesante propuesta de HDA de los Postes del futuro en Italia que disminuyen el impacto en el paisaje y otorgan un carácter escultórico a las mismas. Y es que esta infraestructura básica para la línea de transmisión se ubicará aproximadamente cada 400 metros, contando con cerca de 6.000 de estas torres en toda la extensión del sistema.
Debemos esconderlas? Deben ser todas iguales? Podemos asignarle un uso anexo? Qué tipo de programa se puede generar en torno a esta franja de 100 metros? Existen formas de mitigación que flanqueen la línea?
Son preguntas que pueden tener una respuesta favorable sólo si somos capaces de plantear soluciones alternativas y pro-activas para el problema en cuestión.
Quizá nuestra labor como arquitectos no pase por estar a favor o en contra de cierto desarrollo según el impacto sobre el medio ambiente que tiene el mismo, sino imaginar, cuestionar y proponer la manera en que se implementará, y que definirá la imagen de nuestro territorio.
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